Un espacio de trabajo ideal es aquel que equilibra funcionalidad y estética, creando un entorno en el que los empleados se sienten motivados e inspirados. La disposición del mobiliario, la elección de colores y la organización del espacio deben diseñarse para optimizar el flujo de trabajo y fomentar la interacción entre los miembros del equipo.
La iluminación arquitectónica desempeña un papel clave en la creación de un entorno acogedor y eficiente. La luz adecuada puede influir en el estado de ánimo, mejorar la concentración e incluso aumentar la productividad.